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Cirujano investigador revoluciona el camino hacia el tratamiento del cáncer basado en la inmunidad

El descubrimiento del Dr. Robert Eil marca el camino para aumentar el poder de los linfocitos T capaces de matar las células cancerígenas
Dr. Robert Eil. Eil y sus colegas descubrieron que los niveles elevados de potasio pueden detener la capacidad de combatir el cáncer de los linfocitos T. (OHSU)
Dr. Robert Eil. Eil y sus colegas descubrieron que los niveles elevados de potasio pueden detener la capacidad de combatir el cáncer de los linfocitos T. (OHSU)

Es una paradoja: los linfocitos T del sistema inmunitario son capaces de matar a las células cancerígenas apuntando e infiltrándose en los tumores, pero a menudo dejan de funcionar y permiten que el cáncer se expanda.

Capacitado como cirujano, el Dr. Robert Eil tenía muy poca formación en inmunología. Eso no lo detuvo a la hora de hacer una observación crucial en torno a esta paradoja durante su especialización en investigación en el National Cancer Institute. Eil notó las diferencias entre los linfocitos T en términos de la cantidad y tipo de proteínas especializadas que transportan potasio hacia y desde la célula.

Los experimentos de seguimiento revelaron que las concentraciones de potasio se disparan dentro del tejido tumoral cuando las células cancerígenas muertas o agonizantes derraman su contenido. Eil y sus colegas descubrieron que los niveles elevados de potasio pueden detener la actividad de combatir el cáncer que realizan los linfocitos T. “Si aumentábamos lo suficiente la concentración de potasio en el medio, esto anulaba casi completamente la producción de citoquinas de los linfocitos T”, dice. “Los linfocitos T están vivos, pero no funcionan, no producen citoquinas”.

Los hallazgos marcaron el camino para encontrar nuevas estrategias de inmunoterapia contra el cáncer, y le valieron a Eil su primer trabajo publicado en Nature. “Aproveché el hallazgo y lo llevé lo más lejos que pude. Y sigo avanzando”, dice el profesor adjunto de cirugía en OHSU School of Medicine.

Cuando comenzó en la escuela de medicina de OHSU no tenía en mente especializarse en cáncer ni en cirugía. Pero la oncología despertó su interés rápidamente al considerar los rápidos avances científicos en ese campo y la capacidad de traducir los descubrimientos rápidamente en nuevas terapias para los pacientes. Estaba listo para dedicarse a la oncología clínica, hasta que su primera experiencia en un quirófano durante una rotación de cirugía lo llevó en otra dirección.

“Simplemente me encantó”, dice. “La primera operación que observé como estudiante de medicina fue una resección de hígado en un paciente con cáncer. Fue un procedimiento enormemente invasivo. La sensación de ver al paciente de alta y sin cáncer fue muy fuerte”.

Después de su residencia en cirugía en OHSU, Eil completó una especialización clínica en oncología quirúrgica en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York.

En OHSU, se especializa en la atención de pacientes con cáncer de hígado y páncreas, que suelen ser los más difíciles de tratar y los más mortales.

“Lo que me hace volver son las pacientes”, dice. “Uno crea una relación estrecha en muy poco tiempo, es algo que no ocurre en ninguna otra situación de la vida. Tenemos la oportunidad de cuidarlos hasta que se recuperan y ser parte de su equipo de atención por años. Para la mayoría de los profesionales altamente capacitados en subespecialidades ese no es el caso”.

Cirujano investigador

En el laboratorio, Eil y sus colegas están evaluando una serie de estrategias de tratamiento nuevas basadas en sus hallazgos sobre los linfocitos T. Su idea central es alterar genéticamente los linfocitos T para que permanezcan activos en el microentorno con altas concentraciones de potasio de un tumor. Ya se usan linfocitos T alterados artificialmente para el tratamiento del cáncer. Con la terapia CAR-T, por ejemplo, se obtienen linfocitos T de la sangre de un paciente y luego se modifican genéticamente para crear un receptor de antígeno quimérico, o CAR. Esta proteína se fija a proteínas específicas en la superficie de las células cancerígenas. Eso equipa a las células T modificadas para atacar y matar las células cancerosas.

Los linfocitos T también se pueden modificar con genes mejorados para tener proteínas transportadoras de iones que puedan extraer mejor el excedente de potasio de la célula o impedir que ingrese. “Podemos introducir genes sintéticos o sobreexpresar genes endógenos para aumentar su función”, dice Eil.

En experimentos con ratones, Eil y sus colegas pudieron demostrar que el enfoque permite achicar los tumores y mejora las tasas de supervivencia. También comenzaron a probar el método en linfocitos T de humanos obtenidos de la sangre o de tumores de pacientes con cáncer. Los investigadores están experimentando para determinar los candidatos a genes transportadores de iones y los tipos de células T más prometedores. Los resultados in vitro con linfocitos T humanos son prometedores, dice Eil.

“No todos los transportadores funcionan exactamente de la misma manera en los linfocitos T humanos y en los de ratón. Hay algunas cuestiones que todavía tenemos que desentrañar”, dice. “Pero el principio sobre el que debemos trabajar definitivamente está ahí”.

La investigación está atrayendo bastante atención. Eil fue uno de los tres investigadores en Estados Unidos que recibió subvenciones del programa Transformative Cancer Research de la fundación de caridad para investigación en oncología AACR-MPM. Y fue uno de siete científicos del país seleccionado para una subvención de desarrollo laboral en las primeras etapas de su carrera como científico otorgada por la Pancreatic Cancer Action Network.

Encabezar un laboratorio de investigación y al mismo tiempo ser cirujano oncológico es un acto de equilibrio difícil. Eil dice que no podría hacerlo sin el apoyo de sus colegas y su familia. Sostiene que atender a sus pacientes lo convierte en un mejor científico.

“Creo que me ayuda a enfocar lo que intento hacer en lo que realmente se convertirá en una terapia que ayude a los pacientes y no simplemente un ejercicio más de descubrimiento o autoindulgencia acerca de lo que me parece interesante o me llama la atención”, dice. “Los pacientes son grandes motivadores. Son grandes maestros. Gracias a ellosnuestro trabajo científico tiene objetivos muchos más claros”.

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