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Investigadora de OHSU busca descubrir los efectos del estrés y las situaciones traumáticas en el desarrollo del cerebro y la salud mental

Kristen L. Mackiewicz Seghete, Ph.D., trabaja con el deseo de que su investigación en neurobiología permita mejorar las intervenciones y ampliar los tratamientos de mujeres en riesgo
Kristen L. Mackiewicz Seghete, Ph.D., es la jefa de investigadores del SCAN Lab de OHSU, un grupo de científicos cuyo objetivo es entender mejor cómo afectan las situaciones traumáticas al cerebro y la salud mental de las mujeres. (OHSU/Christine Torres Hicks)
Kristen L. Mackiewicz Seghete, Ph.D., es la jefa de investigadores del SCAN Lab de OHSU, un grupo de científicos cuyo objetivo es entender mejor cómo afectan las situaciones traumáticas al cerebro y la salud mental de las mujeres. (OHSU/Christine Torres Hicks)

El estrés y las situaciones traumáticas en la infancia y adolescencia pueden tener un impacto duradero en el cerebro, e incluso pueden afectar la capacidad de una persona de tomar decisiones y regular sus emociones. Un grupo de investigadores de Oregon Health & Science University está trabajando para desentrañar estos factores neurobiológicos y, a partir de los hallazgos, crear e implementar intervenciones que podrían ayudar a prevenir el impacto a largo plazo para la salud mental.

Al frente de la iniciativa está Kristen L. Mackiewicz Seghete, Ph.D., profesora adjunta de psiquiatría y de obstetricia y ginecología en OHSU School of Medicine y la jefa de investigadores del SCAN Lab, cuyo nombre se basa en la sigla en inglés de las palabras estrés, cognición, afecto y neuroimagenología. El objetivo del SCAN Lab es entender mejor cómo se ven afectados los procesos cognitivos y emocionales del cerebro de personas que vivieron situaciones estresantes, como abuso físico, emocional y sexual o abandono.

Poniendo el foco de sus investigaciones en las situaciones traumáticas en la infancia, el neurodesarrollo y la salud mental de las mujeres, el laboratorio usa un enfoque traslacional, que quiere decir que combina el método científico con intervenciones psicoterapéuticas que se pueden compartir y aplicar en todas las áreas de atención médica. El objetivo fundamental del trabajo del laboratorio es usar los principios básicos de la neurociencia para identificar los principales procesos del cerebro sobre los que se pueden aplicar intervenciones preventivas para personas con mayor riesgo de sufrir dificultades de salud mental.

El estrés y las situaciones traumáticas en la niñez y adolescencia pueden provocar cambios neurológicos que aumentan el riesgo de una persona de sufrir trastornos clínicos como depresión, ansiedad y PTSD (síndrome de estrés postraumático) y afectar su capacidad de rendir en la escuela, en el trabajo, en situaciones sociales y otras áreas de la vida cotidiana.

“Una de las diversas formas en las que las situaciones traumáticas afectan el cerebro es al cambiar la forma en que las personas procesan la información estresante”, dice Seghete. “Es como si secuestraran al cerebro. Cuando eso ocurre, anula todas las otras partes del cerebro que participan en los procesos de pensamiento más complejos, como los de toma de decisiones o prestar atención a los detalles. Este proceso puede provocar que las personas sientan que están en modo de supervivencia”.

Seghete y su equipo pueden entender este proceso gracias a la neuroimagenología, un método que aprovecha la tecnología de MRI para capturar imágenes de la estructura y función neurológica. Seghete la llama “una ventana hacia el cerebro”, porque les permite ver cuándo se activa el cerebro y cómo funcionan de manera coordinada sus diferentes partes.

“Observamos para ver qué áreas del cerebro se activan y cuánto”, explica Seghete. “Podemos usar las imágenes que obtenemos para comparar las de personas con ciertas experiencias y diagnósticos clínicos con las de otras sin esos indicadores. Esto nos ayuda a entender las diferencias en la reacción del cerebro a determinada información”.

El trabajo de Seghete también se enfoca en buscar formas de brindar más apoyo a las personas con mayor riesgo en sus períodos de vulnerabilidad, como en la etapa perinatal o las semanas justo antes y después de dar a luz, cuando el riesgo de síntomas de depresión es más alto. En la actualidad, el laboratorio usa neuroimágenes para analizar cómo implementar intervenciones preventivas que promuevan el bienestar, mejoren la regulación de las emociones y permitan a las mujeres tener conciencia de su estado mental durante el embarazo y el posparto.

“Los estudios traslacionales, que consisten en trasladar los principios básicos de la ciencia a las intervenciones clínicas, son mi pasión”, dice Seghete. “A veces perdemos de vista que se pueden aplicar intervenciones preventivas en el trabajo de salud mental, pero en los momentos de transición suelen ser muy útiles”.

Los estudios en curso en SCAN Lab se centran en las personas embarazadas con trastornos por abuso de sustancias y en entender mejor los procesos cognitivos y emocionales que afectan las interacciones bebé-progenitor/a, así como qué intervenciones tempranas se pueden implementar para apoyar a esta población y cómo.

A futuro, la prioridad de Seghete y sus colegas es concientizar acerca del valor de las intervenciones preventivas y ampliar su implementación en los puntos de atención relevantes de OHSU, como medicina familiar, obstetricia y ginecología.

Seghete dice que espera que se pueda seguir compartiendo este trabajo dentro de OHSU para poder ayudar a pacientes de riesgo con su salud mental: “este trabajo es crucial para avanzar en cuestiones de salud mental”.

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