Después de revisar estudios de investigación e información clínica en relación con la tecnología menstrual, el equipo de investigación de Oregon Health & Science University observó brechas alarmantes y resaltó que entender las tecnologías actuales es la base para garantizar el bienestar menstrual y mejorar la salud de la mujer.
Las tecnologías menstruales nuevas, que incluyen ropa interior, copas y discos menstruales, permitieron abordar necesidades más diversas y mejorar la sostenibilidad, discrecion e inclusion. Sin embargo, estas nuevas tecnologías no están integradas de manera rutinaria a la atención y la investigación, que suelen en lugar de ello evaluar el flujo menstrual con base en el uso de productos específicos, como tampones o apósitos tradicionales.
El objetivo del estudio de revisión, publicado hoy en Obstetrics and Gynecology, es mejorar la comprensión de los aspectos clínicos de las tecnologías menstruales actuales, lo que resulta esencial para mejorar los resultados en términos de salud reproductiva y empoderar a las personas para que puedan tomar decisiones informadas en torno a su salud menstrual.
“La salud menstrual es un dato clave que proviene directamente de la paciente y puede ser un indicador general importante de su salud y fertilidad, por lo que resulta alarmante que haya tan pocos estudios sobre la menstruación”, dijo la Dra. Abigail Liberty, M.S.P.H., instructora y becaria en estudios de planificación familiar compleja del departamento de obstetricia y ginecología de OHSU, además de coautora de este estudio. “Las personas merecen conocer sus opciones disponibles para poder tomar decisiones bien fundamentadas acerca de su salud menstrual, y es crucial que los profesionales clínicos tengan conocimiento y recursos para poder apoyar a sus pacientes durante estas conversaciones”.
La mitad de la población humana tiene una experiencia personal con la menstruación; solo en los Estados Unidos, esto incluye a aproximadamente 72 millones de personas. Los expertos en salud reproductiva —profesionales de obstetricia y ginecología, pediatras y proveedores de atención primaria— desempeñan un papel fundamental en relación con la experiencia menstrual, lo que incluye instruir, identificar y evaluar posibles problemas y ofrecer orientación y seguimiento.
Para propiciar la mejor evaluación y ofrecer la guía más efectiva, el equipo de Liberty dijo que es importante que los profesionales clínicos pregunten a sus pacientes acerca de los productos menstruales que usan, y que se mantengan actualizados acerca de todas las opciones de productos para poder responder preguntas, asesorar y comprender qué situaciones pueden requerir tratamiento. Además, es esencial contar con mejores datos sobre las tecnologías emergentes, su capacidad de absorción, su uso y las preferencias entre pacientes.
Se están llevando a cabo estudios multidisciplinarios en OHSU, encabezados por la Dra. Bethany Samuelson Bannow, profesora adjunta de la división de hematología/oncología de OHSU y la Dra. Alyssa Colwill, profesora adjunta de obstetricia y ginecología en OHSU School of Medicine, para abordar esta brecha de conocimiento e investigar el uso de productos menstruales alternativos en personas con sangrado abundante. Con estos datos, los profesionales clínicos e investigadores podrían adaptar la forma de evaluar a sus pacientes y proporcionarles educación y orientación que contemplen los tipos específicos de productos menstruales que usan.
Promover la equidad en el acceso a la salud menstrual también es una consideración fundamental, señaló Liberty. En todo el mundo, los productos de higiene menstrual representan un mercado de $38.9 mil millones. Sin embargo, hay muchas personas que siguen sin tener acceso a las herramientas y educación adecuadas sobre higiene menstrual. Oregón comenzó a abordar este problema con la ley de dignidad menstrual de 2021, que establece la obligatoriedad de que haya productos menstruales gratis disponibles en escuelas de preescolar a 12.° grado. Sin embargo, no queda claro en qué medida se incluirán las nuevas tecnologías menstruales en esa iniciativa.
“Sabemos que todavía existen desigualdades importantes para ciertas poblaciones, como las adolescentes, a la hora de recibir asesoramiento y atención sobre menstruación y acceder a productos menstruales”, dijo Liberty. “En definitiva, cada paciente es especialista en su propia experiencia vivida, y actualizar la investigación y el cuidado clínico para alinearlos con esas experiencias puede ayudar a derribar estos obstáculos y empoderar a las personas de maneras nuevas”.
Esta investigación es una de las iniciativas más recientes de OHSU en apoyo de los derechos reproductivos y la salud de la mujer. El mes pasado, OHSU anunció la creación del centro para la equidad en la salud reproductiva, que se dedicará a la investigación de las desigualdades que afectan la investigación, educación y atención clínica en cuestiones de salud reproductiva.
Además de Liberty, son coautoras del estudio Bannow, Colwill y la Dra. Alison Edelman, M.P.H., médicas y científicas de OHSU Center for Women’s Health.