El diagnóstico, cáncer de colon en etapa 4, fue un golpe inesperado. Y al principio, Clifford Alexander solo podía pensar en la lucha para sobrevivir. Pero a medida que el shock desaparecía, y con el tratamiento en curso con éxito, Alexander comenzó a pensar más en vivir con cáncer. ¿Se vería obligado a dejar de hacer las cosas que amaba?
“Escuchas lo que hace la quimioterapia, te hace sentir náuseas y agotamiento”, dijo. En su caso, uno de los efectos secundarios de la quimioterapia más preocupantes fue el daño a los nervios periféricos, que se encuentran fuera del cerebro y la médula espinal, llamados neuropatías periféricas. “Llegó un momento en el que ya no podía atar las moscas de pescar; no podía sentir los hilos finos. Realmente no quería tener que renunciar a eso”.
Alexander no dudó en ofrecerse como voluntario cuando su médico le habló sobre un estudio que estaba probando un medicamento para detener la neuropatía inducida por quimioterapia. Ese ensayo clínico es parte de un nuevo programa en crecimiento de investigación sobre la "ciencia de los síntomas" en la Oregon Health & Science University. El equipo incluye investigadores en biología básica del cáncer, oncología, enfermería y cuidados paliativos, y nutrición y rehabilitación.
“Nuestro enfoque es tratar de determinar la causa de los síntomas preocupantes y encontrar la mejor manera de prevenirlos y tratarlos”, dijo el oncólogo médico, Dr. Eric Roeland, profesor asociado de medicina (hematología y oncología médica) en la OHSU School of Medicine. Hace dos años se unió al OHSU Knight Cancer Institute con la misión de desarrollar un programa de investigación centrado en minimizar la toxicidad del tratamiento y mejorar la calidad de vida de las personas que viven con cáncer.
“Es fácil para un oncólogo subirse a un podio y decir que un nuevo medicamento emocionante fue ‘bien tolerado’, pero puedo decir que las personas que experimentan includo síntomas de bajo grado con el paso del tiempo no estarían de acuerdo”, dijo Roeland. “No me malinterpreten; las terapias dirigidas el cáncer están revolucionando la atención de los pacientes que viven con cáncer. Pero con la misma urgencia que desarrollamos nuevas terapias, necesitamos determinar las mejores estrategias para hacerlas lo más tolerables posible para que las personas puedan vivir su vida”.
Mejorar la calidad de vida durante el cáncer
Debido a que las investigaciones sobre el cáncer históricamente se enfocaron atentamente en buscar curas, muchos tratamientos para el control de los síntomas siguen basándose en gran medida en evidencia limitada de estudios experimentales pequeños o informes de casos, en lugar de ensayos clínicos controlados más definitivos.
“Existe la posibilidad de que nos falten cosas por esa falta de evidencia”, dijo Sarah Lowry, D.N.P., profesora asistente de medicina (hematología y oncología médica) en la OHSU School of Medicine y miembro del grupo de investigación de la ciencia de los síntomas. “La ciencia de los síntomas está siendo más cuidadosa e intencional sobre la creación de estudios que muestren el camino hacia una mejor calidad de vida”.
Considere los tratamientos contra el cáncer llamados inhibidores de puntos de control inmunitario: Estos agentes mejoraron drásticamente los resultados para las personas con algunos tipos de cáncer. Los estudios iniciales sugirieron que sería más fácil para los pacientes que la quimioterapia y más seguro de administrar a las personas que lo necesitan. Años de experiencia han revelado una imagen más completa de los efectos secundarios, y los informes recientes sugieren que las mujeres corren el riesgo de desarrollar más reacciones adversas que los hombres.
En OHSU, Deanne Tibbitts, Ph.D., profesora asistente de investigación (ciencias oncológicas) en la OHSU School of Medicine, dirige un ensayo clínico diseñado para revelar cómo los efectos secundarios de los puntos de control de la inmunoterapia cambian con el tiempo y si los efectos secundarios son diferentes según el sexo o género del paciente. El objetivo final es encontrar maneras de identificar a las personas con mayor riesgo de efectos tóxicos y estar preparados para intervenir de manera más agresiva para prevenir síntomas graves.
En este método, los resultados informados por el paciente son el enfoque, no lo que los profesionales clínicos documentan en sus notas sobre los efectos secundarios. Los investigadores están recopilando cuentas de primera mano de los pacientes sobre cómo se sienten, qué tan graves son sus síntomas y cuánto eso está afectando su calidad de vida, lo que generalmente no se hace en ensayos clínicos sobre cáncer. “Al ir directamente a los pacientes y pedirles que compartan cómo se sienten, esperamos aprender sobre las piezas que faltan para ayudar a los proveedores a cuidar mejor a las personas con inhibidores de puntos de control”, dijo Tibbitts.
La pérdida de peso grave y el desgaste muscular por el cáncer, un síndrome llamado caquexia, están entre los síntomas más graves y difíciles de tratar. Roeland recientemente abrió un ensayo clínico de un posible tratamiento con medicamentos. El medicamento, la olanzapina, está dirigido a los neurotransmisores —las moléculas mensajeras del cerebro— que participan en el control del apetito y el equilibrio energético. El propósito original de la Olanzapina era tratar enfermedades psicóticas, pero se ha vuelto a proponer y ha mostrado algún beneficio para prevenir las náuseas inducidas por la quimioterapia y posiblemente los efectos sobre el apetito.
El estudio de Roeland está probando la eficacia del medicamento genérico contra la caquexia en un ensayo clínico controlado en el que se le administrará olanzapina a algunos participantes y otros, seleccionados al azar, un placebo inactivo. El estudio medirá los efectos sobre el apetito y la ingesta de alimentos, la pérdida de peso, el desgaste muscular, la función física, los síntomas informados por el paciente, la calidad de vida, la toxicidad y el uso de la atención médica.
Es un estudio iniciado por un investigador y no es patrocinado por ninguna compañía de medicamentos. “No hay mucho dinero para apoyar el trabajo en este espacio”, dijo Roeland, que obtuvo fondos del OHSU Knight Cancer Institute y del National Cancer Institute de los Institutos Nacionales de Salud.
Próximos ensayos clínicos, en curso
Entre otros estudios planificados, el grupo espera comenzar a probar un medicamento para aliviar los sofocos y otros síntomas causados por la terapia de privación de andrógenos para el cáncer de próstata; la terapia reduce los niveles de testosterona del paciente. “Ha habido varios estudios sobre las intervenciones para mujeres que están recibiendo tratamiento para el cáncer de mama, pero hay sustancialmente menos interés e información para hombres que están recibiendo terapia hormonal para el cáncer de próstata”, dijo Lowry.
La neuropatía periférica inducida por quimioterapia, el daño a los nervios fuera del cerebro y la médula espinal, es una área de enfoque principal. En muchos sobrevivientes de cáncer, los síntomas persisten después de que termina el tratamiento, lo que limita el movimiento y aumenta el riesgo de caídas. En un estudio en colaboración con Kerri Winters-Stone, Ph.D., profesora de medicina (ciencias oncológicas) de la OHSU School of Medicine, los investigadores están buscando formas de predecir qué pacientes tienen más probabilidades de desarrollar síntomas de neuropatía que alteren la movilidad y aumenten el riesgo de caídas al seguir las trayectorias de los síntomas, el desempeño y las caídas antes, durante y después del tratamiento en adultos con quimioterapia neurotóxica recetada para el cáncer. El objetivo es ayudar a identificar a las personas que se beneficiarían de medidas preventivas tempranas y específicas.
Alexander, a quien se le diagnosticó cáncer de colon en etapa 4 en otoño de 2022, no puede decir si el medicamento experimental en su estudio ha limitado su neuropatía periférica. Debido a que el ensayo es un estudio al azar controlado con placebo, no sabe si tomó el medicamento del estudio o el placebo. Alexander se ofreció con gusto como voluntario, viéndolo como una forma de contribuir después de recibir atención de tantos enfermeros y médicos.
Ha trabajado mucho para adaptarse a las limitaciones y recuperar la fuerza haciendo ejercicio y comiendo alimentos saludables. La primavera pasada retomó la pesca y la caza, incluso una expedición de caza de pavo de tres días en la naturaleza. Atribuje en gran parte el apoyo de su esposa, Nicole Alexander.
“Cada día agradecemos que pueda tolerar la quimioterapia tan increíblemente bien”, dijo. “Sus efectos secundarios han sido muy bien controlados”.
“No sé cómo va a resultar esto para mí al final”, dijo su esposo. “Estoy aprendiendo a ver lo bueno cada día. Con eso me basta por ahora”.