
La Encuesta Nacional sobre el Consumo de Drogas y la Salud de Estados Unidos de 2022 encuentra que casi 47 millones de estadounidenses mayores de 12 años vivieron con un trastorno por consumo de sustancias en un solo año, una lucha que impacta a millones más de familiares, amistades, conocidos y compañeros de trabajo.
Igual que esos millones de estadounidenses, Angélica Morales, Ph.D., tuvo la experiencia de familiares viviendo con trastornos por consumo de sustancias y decidió hacer algo al respecto.
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"Ver que esto ocurre, especialmente en tu propia familia, te hace preguntarte por qué pasa", cuenta Morales, profesora asistente de psiquiatría de la School of Medicine de Oregon Health & Science University. "Y creo que al empezar mi licenciatura en Stanford, y tomar cursos de neurociencia, fue como se combinaron las dos áreas. Desde una perspectiva neurológica, me interesé en cómo esto podría resultar relevante para ayudarnos a resolver el problema de los trastornos por consumo de sustancias".
Durante sus estudios de posgrado en UCLA, Morales realizó entrevistas de ingreso con personas que se presentaban con trastornos por consumo de metanfetamina.
"La gente llegaba al laboratorio porque consumían metanfetamina, pero yo me informaba sobre el consumo de alcohol y otras drogas que habían experimentado desde jóvenes", asevera. "Al hablar con ellos, me preguntaba si podríamos tener un impacto mayor al encontrar intervenciones a una edad más temprana, antes de que los trastornos por consumo de sustancias se hicieran más severos".
Morales llegó a OHSU para hacer su trabajo de pos-doctorado en el laboratorio de Bonnie Nagel, Ph.D. Con Nagel, Morales trabajó en estudios longitudinales —estudios que dan seguimiento a personas durante largos periodos de tiempo— para ver cómo la estructura y actividad cerebrales en la adolescencia se relacionan con el consumo futuro de alcohol. Hace cinco años Morales se integró al profesorado y ahora es parte del Center for Mental Health Innovation de OHSU. Al principio su laboratorio se concentraba en hacer uso de la tecnología de resonancias magnéticas de OHSU para entender los efectos singulares de los atracones o episodios de consumo excesivo de alcohol.
Siguió publicando con Nagel y otros colegas como autora principal de un estudio publicado en Alcohol, Clinical and Experimental Research. En el estudio, a los participantes se les daba un trago de alcohol o un placebo, y se medía la actividad cerebral en el área tegmental ventral y en el cuerpo estriado, áreas involucradas en el procesamiento de recompensas.
Morales y colegas descubrieron que, en promedio, dar alcohol hacía que estas partes del cerebro trabajaran con menos sincronizacion. Sin embargo, esto no era cierto para todas las personas. "Observamos que el efecto se diferenciaba en función de la personalidad", dice Morales. “Los adultos jóvenes con mayor interés en experiencias nuevas o intensas, tenían la reacción opuesta”.
Ampliando estos resultados, Morales obtuvo financiamiento de NIH (Institutos Nacionales de la Salud, sigla en inglés) para estudiar cómo las diferencias neurobiológicas en respuesta al consumo de alcohol impactan el consumo de sustancias con el correr del tiempo. Estaba interesada en personas jóvenes que no fuman todos los días, pero fuman cuando beben alcohol con sus amigos.
"El motivo por el cual esto es interesante es que se pensaría que a los fumadores ocasionales les resultaría fácil dejar de fumar, ya que son menos propensos a experimentar los síntomas de la abstinencia que los fumadores consuetudinarios. Pero les sigue pareciendo difícil" afirma. “La hipótesis es que el beber alcohol puede hacer que algunas personas sean más impulsivas o que reduzcan su control cognitivo y pudieran ser más dadas a tomar decisiones riesgosas, como fumar cigarrillos, cuando consumen alcohol, decisiones que no tomarían si no estuvieran bajo los efectos del alcohol”.
Este estudio continúa. Observa la actividad cerebral cuando la gente toma decisiones. Los participantes toman algo de alcohol o un placebo y ven imágenes de cigarrillos para ver cuánto antojo de fumar tienen. Después de un año las mismas personas vuelven a ser entrevistadas para ver si se modificó su consumo de alcohol, nicotina u otra droga.
En busca de tratamiento mediante la neurobiología
Mientras tanto, Morales hace una transición en su enfoque investigativo hacia un abordaje basado en la intervención. A través de estudios de laboratorio, investiga cómo las intervenciones farmacológicas y conductuales cambian la neurobiología. Morales recibió un Premio 2024 a la Excelencia e Innovación del Profesorado de OHSU, el cual da reconocimiento a investigadores excepcionalmente creativos de etapas temprana y media.
“En última instancia, mi propósito es hacer uso de la neurobiología para informar qué tratamiento es el mejor para una persona y reducir los trastornos por consumo de sustancias en Estados Unidos", asevera.
Morales busca los factores que influyen los niveles de glutamato en la corteza prefrontal, especialmente en personas que consumen varias sustancias. El glutamato es un tipo de mensajero químico en el cerebro con distintos receptores por todo el sistema nervioso central. Estudios preclínicos muestran que tal vez desempeña un papel en por qué la gente sigue consumiendo sustancias.
"Los resultados preliminares indican que las personas que informaron tener niveles de estrés más altos tenían niveles de glutamato en la corteza prefrontal y un mayor consumo de alcohol, por lo cual queremos probar y ver si alterando los niveles de glutamato mediante una intervención farmacológica se tiene el potencial de ayudar a algunas personas", explica Morales.
Morales dice que sabe que no existe una sola respuesta a la crisis de consumo de sustancias. No obstante, su esperanza es que su investigación sea parte de la solución.
Afirma que "los trastornos por consumo de sustancias son muy heterogéneos". "Es probable que exista una variedad de mecanismos neurobiológicos que pueden contribuir a un trastorno por consumo de sustancias. Estas van a tener que ser intervenciones muy específicas porque cuando se trata del cerebro y el consumo de sustancias, no hay una respuesta unitalla".