El Dr. Joshua Lupton no recuerda su propio paro cardiaco en 2016. Solo sabe que los socorristas resucitaron su corazón con la descarga de un desfibrilador, lo cual, en última instancia, llevó a su recuperación completa. Esto lo pone entre las menos 1 de cada 10 personas en el país que sobrevive un paro cardiaco fuera del hospital.
Atribuye su supervivencia a la rápida desfibrilación que recibió de los socorristas, pero no todo el mundo es tan afortunado.
Ahora, como autor principal de un nuevo estudio de observación publicado en la revista JAMA Network Open, él y sus coautores de Oregon Health & Science University dicen que el estudio indica que la posición en que los socorristas colocan inicialmente las dos almohadillas del desfibrilador en el cuerpo pueden marcar una diferencia significativa al devolver la circulación sanguínea espontánea tras la descarga de un desfibrilador.
"Mientras menos tiempo pase uno en paro cardiaco, mejor", aclara Lupton, profesor asistente de medicina de emergencia en la School of Medicine de OHSU. "Mientras que el cerebro pase más tiempo con baja circulación de sangre, menor es la oportunidad de un buen resultado".
Los investigadores usaron datos del Registro Epidemiológico de Paros Cardiacos de Portland. Este organismo registró de manera integral la posición de las almohadillas de desfibrilación del 1 de julio de 2019 al 30 de junio de 2023. Para los fines del estudio, los investigadores repasaron 255 casos tratados por Tualatin Valley Fire & Rescue. En ellos, las dos almohadillas se colocaron por delante y al costado, o bien por delante y por detrás.
Descubrieron que colocar las almohadillas por delante y por detrás presentaba 2.64 veces más posibilidades de devolver la circulación sanguínea espontánea, en comparación con colocar las almohadillas por delante y al costado.
El conocimiento común actual entre profesionales de atención médica es que la colocación de las almohadillas (ya sea por delante y al costado o por delante y por detrás) tiene los mismos beneficios en un paro cardiaco. Los investigadores advirtieron que este nuevo estudio es solo de observación y no un ensayo clínico definitivo. Aun así, dada la importancia fundamental de revivir el latido del corazón lo antes posible, los resultados sí sugieren un beneficio al colocar las almohadillas por delante y detrás, en lugar de delante y al costado.
"La clave es que queremos energía que pase de una almohadilla a otra a través del corazón", dijo el autor sénior, el Dr. Mohamud Daya, profesor de medicina de emergencia en la School of Medicine de OHSU.
Poner las almohadillas delante y detrás puede poner al corazón en un "sándwich". Esto aumenta la posibilidad de que la corriente eléctrica llegue de manera más integral al órgano.
Sin embargo, en muchos casos esto no se puede hacer con facilidad. Por ejemplo, el paciente puede tener sobrepeso, o estar en una posición en la que no se pueda mover fácilmente.
"Puede ser difícil dar vuelta a las personas", advierte Daya, que también es el director médico de Tualatin Valley Fire & Rescue. "El personal médico de emergencia a menudo puede hacerlo, pero el público sin conocimiento tal vez no pueda mover una persona. También es importante dar la corriente eléctrica lo más rápido posible".
En este sentido, el lugar de las almohadillas es solo un factor entre muchos para tratar con éxito el paro cardiaco.
Lupton sobrevivió su paro cardiaco y terminó sus cursos de medicina en el mismo hospital en el que pasó numerosos días recuperándose en la unidad de cuidados intensivos: Johns Hopkins University en Baltimore. El episodio lo condujo a cambiar el enfoque de su investigación para poder examinar maneras de optimizar la atención temprana para pacientes en paro cardiaco.
Los resultados de este nuevo estudio lo sorprendieron.
"No esperaba ver una diferencia tan amplia", dijo. "El hecho de que la hayamos visto podría encender una luz de alarma en la comunidad médica para financiar investigación adicional para aprender más".
Este estudio contó con el respaldo de la Zoll Foundation, subvención 1018439; la Society for Academic Emergency Medicine Foundation, subvención RE2020-0000000167; y el National institute of Neurological Disorders and Stroke (Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares) de los National Institutes of Health (NIH), subvención U24NS100657 y el National Center for Advancing Translational Sciences, subvención UL1TR002369. El contenido es responsabilidad únicamente de los autores y no necesariamente representa las opiniones oficiales de los NIH.